viernes, 28 de diciembre de 2012

El Niño Perdido


En una Navidad carrascoseña no puede faltar este clásico villancico:

El Niño Perdido


Estarás atenta
y pondrás oído
y oirás la copla
del Niño perdido.

El Niño Dios se ha perdido
por el mundo va pidiendo
llega a la puerta de un rico
y le azuzaron los perros.
Los perros le azuzan
y nada le hicieron
Cómo no castiga
Dios a esos soberbios.

Llega a la puerta de un pobre
y todos le respondieron:
Madre, a la puerta hay un niño
más hermoso que el Sol bello,
yo digo que tiene frío,
porque el pobre viene en cueros

Anda y dile que entre
y se calentará,
porque en este pueblo
ya no hay caridad,
ni nunca la ha habido,
ni nunca la habrá

Entra el Niño muy cortés
dándoles los buenos días
a la patrona que estaba
sentadita en la cocina.
Siéntate mi Niño,
siéntate muchacho,
que si tienes frío
te irás calentando.

Ya que se calienta el Niño
y ya que se calentaba,
le pregunta la patrona
de qué tierra y de qué patria.
Mi madre es del Cielo,
yo bajé a la Tierra,
mi padre desciende
de muy luengas tierras.

Hazle la cena a este Niño
con mucho primor y agrado
se quedará en nuestra casa
como hijo regalado.
Y el Niño responde:
Eso no señora,
que tengo una madre
que el Cielo la adora.

¿Quieres mucho a tu madre?
Sí señora, sí la quiero,
tres días que no la he visto,
tres mil años se me han hecho.

Estando cenando el Niño,
las lágrimas se le caen,
¿Por qué lloras Niño hermoso
en ver la cena que hay?
Mi madre de pena
no podrá comer
y aunque tenga gana
no tendrá de qué.

Hacedle la cama al Niño
en la alcoba y con primor.
Señora no me haga cama
que mi cama es un rincón.
Mi cama es el suelo
desde que nací,
y hasta que en cruz muera
ha de ser así.

Al amanecer la aurora,
el Niño se levantó,
diciéndole a la patrona:
Señora quede con Dios,
que me voy al templo,
que el templo es mi casa
un día vendremos
a darle las gracias.

Anda con Dios Niño hermoso
de ti quedo enamorada,
Dios quiera que encuentres pronto
a tu madre idolatrada.
Y si no la encuentras,
vuélvete a mi casa
Sí señora, volveré
al otro día de Pascua.
Sí señora, volveré
a darle a usted las gracias.

Ese espejo tan divino
que del paraíso sale,
es el hijo de María
que se le perdió ayer tarde.
   
La Madre buscando al Niño
por las calles y las plazas
a todos los que veía,
a todos les preguntaba:
¿Habéis visto al Sol
al  Sol de los Soles
al que nos alumbra
con sus resplandores?

¿Qué señas lleva ese niño
qué vestimenta y qué traje?
Va vestido de morado,
de Nazareno su traje,
va pidiendo una limosna,
diciendo señales tales:
Al que me dé le daré
otras riquezas más grandes,
que las tengo yo guardadas
en el reino de mis padres.

Ayer tarde vimos uno,
de catorce o quince años,
y lo vimos disputar
con otros dos hombres sabios.
Responde la Aurora:
Ese es mi querido,
que no tiene ahora
los quince cumplidos.

Bajan con pan en la mano,
para ver al Niño y darle,
al verlo tan chiquitito
bamboleando por el aire,
le preguntan de quién es,
y Él responde como un ángel:
Soy Hijo del Padre Eterno
y la Virgen es mi madre
y Yo me llamo Jesús,
que nací para salvarte.

Ya que ha encontrado a su hijo,
y le decía hijo mío
¿Dónde has pasado la noche,
que no te has helado de frío?
El Niño responde alegre y contento:
Si viera usted madre
qué cama me han puesto,
una sabanilla y un colchón de lienzo.

Echan un barranco abajo,
donde nadie los oía,
la Virgen le dijo al Niño:
Hijo mío de mi vida
qué cosa sería si el rey te pillara,
qué cosa sería si te degollara.

Siguen el barranco abajo,
con un labrador se encuentran,
y le preguntó la Virgen:
labradorcillo ¿qué siembras?
El labrador dice:
Señora son piedras.
Pues si siembras piedras,
piedras se te vuelvan.
Y es tanta la multitud
que el Señor le dio de piedras,
que aquel bancal que se abrió
se convirtió en una sierra.

Siguen el barranco abajo
y otro labrador se encuentran
y le preguntó la Virgen:
¿labradorcillo qué siembras?
El labrador le dice:
Señora esto es trigo
para otro año venir y segarlo.

Ya puedes buscar peones,
que el trigo ya se te pasa.
Y el veintidós de diciembre, 
tuvo cosecha en su casa,
dos mil caces de trigo
y otros tantos de cebada.
Si acaso vinieran
y preguntan por Mí,
les dices que es cierto,
pasé por aquí.

Estando segando el trigo,
pasan cuatro de a caballo,
por una mujer y un niño
y un viejo van preguntando.
El labrador dice:
Cierto es que los vi,
estando sembrando
pasar por aquí.

Unos a otros se miraban
dos mil reniegos se echaban,
al ver que no habían logrado
el intento que llevaban.
El intento era
de ir y prenderlos
para presentarles al rey
gran soberbio.

Aquí se acaba la historia
del buen Jesús y su Madre,
para ser Niño Perdido
ya es hora de que se acabe.